La semilla para el guión de TECHO Y COMIDA surge, en el año 2012, al reconocer, en un reportaje de televisión sobre la crisis económica, a una antigua vecina que vivía sola con dos niños, sin recursos y sin ningún tipo de ayuda familiar ni administrativa, encontrándose al borde del desahucio. Quedé muy impactado.
Más allá de indignarme por la grave e injusta situación general por la que estaban pasando (en 2012, se calcula que en España fueron desahuciadas 500.000 familias de sus casas), una de las ideas que me preocupaba era que, durante el tiempo que fuimos vecinos, nunca supe ni sospeché de sus dificultades. Esto revelaba dos dramas que cohabitaban en paralelo y se retroalimentaban.
El primero, el mío personal que evidenciaba que, a pesar de la cercanía física, en verdad cuán lejos estaba de su realidad y, por extensión, llevando la reflexión al terreno colectivo, que aislados vivimos los unos de los otros. Y el segundo drama, causa o efecto del primero, era saber cuáles habían sido las motivaciones que llevaron a mi vecina a silenciar su problema, vivirlo en soledad haciéndolo invisible a los demás e imposibilitar, al menos idealmente, el auxilio o solidaridad de otras personas.
A nivel jurídico está basado en un caso real que sucedió en Torrejón de Ardoz en el año 2011. He sido bastante cuidadoso con el tema de los plazos y situaciones reales que se dan en los juzgados españoles en las ejecuciones de los llamados “desahucios exprés” y me ha permitido tocar de soslayo también el tema de las relaciones de poder que las instituciones públicas y privadas ejercen sobre el individuo.
El hacer coincidir en la ficción, el tiempo del proceso de desahucio con la celebración de la Eurocopa de futbol, me posibilitaba contextualizar con precisión el dónde y el cuándo estaba pasando, y claro, deslizar apuntes sobre la idiosincrasia de la sociedad española.
Juan Miguel del Castillo
Director y guionista